miércoles, 25 de febrero de 2009

Las nalgas del faraón

'He visto las nalgas del faraón surgiendo entre los lotos', exclama uno de los personajes de la nueva novela de Terenci Moix, El arpista ciego (Planeta), en la que el autor se atreve a describir desnudo al mismísimo Tutankamón, 'de apetecibles tetillas'. Desde luego, los viajes narrativos a Egipto con el escritor ofrecen imágenes inéditas. Y aún más éste, en el que un Moix gozosamente polifónico y transgresor mezcla su profundo conocimiento del país y de la historia de los faraones con fantasías y onirismos / onanismos de su rico y variopinto universo personal.

Así, se ofrece una estupenda descripción de la vuelta al viejo orden tras la herejía monoteísta de Akenatón, interesantes aportaciones sobre la música de la época o un melancólico friso de la extinción de la dinastía tutmésida. Pero también se presta oídos al comadreo de las vecinas tebanas, se hace hablar a los animales, se pinta a los sacerdotes de Tot entregados al arte manual de la gallarda, y se retrata al dios Set con aparatoso atuendo sadomasoquista. Terenci incluso mete en el relato a Sabú y a la alfombra voladora de El ladrón de Bagdad y escenas de Lo que el viento se llevó.

La novela, centrada en un adolescente y talentoso arpista ciego y su gemelo, que ejerce doblemente de flautista para regocijo de varones, es un regreso de Terenci Moix a su país de Nuncajamás particular, la antigua Tebas, y a uno de sus personajes favoritos: el joven faraón Tutankamón, que para el escritor siempre tendrá el torso y los labios de Sal Mineo.

Hay que adelantar que, pese a que en la novela no faltan, ni mucho menos, osados episodios eróticos, y a que la línea argumental parece apuntar a un glorioso ménage à trois entre los citados gemelos y Tutankamón, Moix no pasa a mayores con el faraón de las nalgas de oro. 'No me he atrevido', dice. 'Usar a Tutankamón como icono erótico, enseñar su culo, ya me parecía mucho. Hacerlo follar con mi ciego era demasiado. Hay que partir de la base de que no todo el mundo es gay. En todo caso, me cabe un honor: el culo de Tutankamón no había sido explotado hasta ahora en la literatura'.


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